ataudes de luz : la historia de la película más maldita del cine español
Esto no es ni el argumento de una novela de Stephen King ni la continuación del Nosferatu de Murnau. Tampoco un libro perdido de Lovecraft en la noche de los tiempos. Este es un caso real. Sergio del Monte existió, y murió asesinado en 1974. Tan real que, 26 años después, el joven director barcelonés Nacho Cerdá prepara un documental sobre este caso de circunstancias oscuras y extraños silencios. Por la película desfilan aquellos que conocieron de cerca o de lejos al misterioso personaje, gente como Paul Naschy, Chicho Ibáñez Serrador, Jesús Franco o el doctor Jiménez del Oso.
La película, producida por Koldo Zuazua y el organismo Donostia Kultura (organizador de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián), será proyectada en este festival el año que viene, junto con el escaso material rodado por Del Monte, inédito hasta la fecha.
Sin embargo, los responsables de la Semana ofrecieron en la última edición, celebrada recientemente, un avance de tres minutos, en el que podían escucharse testimonios de los personajes mencionados y diversas imágenes, a modo de fogonazos, que dejaban entrever lo inquietante del proyecto. La intención es vender los derechos de la película de Nacho Cerdá a la televisión.
Un proyecto casual
La génesis del proyecto es fruto del azar. El director de la Semana, José Luis Rebordinos, halló los restos de Ataúdes de luz hace año y medio de forma casual, en una cinemateca italiana, cuando preparaba una retrospectiva de cine español de los años 60 y 70 y buscaba, en realidad, una copia de No profanar el sueño de los muertos, de Jorge Grau. Su sorpresa fue mayúscula cuando los italianos le dijeron que la película de Grau no aparecía por ningún sitio, pero que tenían dos latas con «otra película española de terror».
Ante todo, hay que saber de quién hablamos. Sergio del Monte (Orense, 1940-Madrid, 1974) era, según los dispersos elementos de una biografía de apariencia tenebrosa, un tipo peculiar. Y más que peculiar, extraño como un perro verde. Y si nos ponemos a pensar, hasta inquietante. Su currículo como cineasta arrancó con pequeños (y hoy inéditos y desaparecidos) documentales rodados en 16 milímetros. Durante años trabajó como documentalista para el NO-DO, mientras desarrollaba en la medida de lo posible su afición por ciertos temas, por ejemplo, los enfermos terminales.
Costumbres extrañas
Era alguien raro en cuanto a hábitos: no tenía residencia fija, era un personaje itinerante, se le veía en cortos lapsos de tiempo en Madrid, en París, en Alemania y en otros muchos sitios de Europa, era alguien muy celoso de su persona, poco aficionado a desvelar cosas de sí mismo, muy solitario, casi un ermitaño, alguien que vivía en permanente estado de ansiedad, asustado de no sabe bien qué y -según los que le conocieron- obsesionado por la influencia que la luz solar ejercía sobre él.
Este último dato no es baladí en la vida de Sergio del Monte. Sin que nadie haya podido o querido confirmarlo (ya se verá lo que depara el resultado final de la película de Nacho Cerdá) todos los datos apuntan a que Sergio del Monte llevó esa obsesión por la luz del sol hasta el extremo de militar en una secta de adoradores del astro rey, llamada Diem et Orbis.
Nacho Cerdá es consciente de que con su documental está prácticamente dando a conocer al mundo la existencia de Sergio del Monte, un personaje oscuro cuyos 34 años de vida pasaron desapercibidos para la inmensa mayoría de los mortales.
Así explica Nacho Cerdá su experiencia: «Yo apenas sabía nada de este personaje, que había quedado en el olvido, hasta que la gente de la Semana de Cine de Terror me llamó. Tampoco ellos sabían demasiado del tema. El interés de Sergio del Monte por hacer una primera película de ficción -en realidad él era documentalista- le hizo ponerse en contacto con gente de la industria, Ibáñez Serrador, Jesús Franco, Paul Naschy, etcétera, y es a través de ellos como yo intento contar quién era Del Monte». Su único objetivo: «Mostrar, desvelar lo que se pueda, ofrecer datos, no emitir juicios ni intentar contar una verdad absoluta».
El director catalán, fascinado con el proyecto (hasta la fecha lleva rodadas 31 horas, que tendrá que dejar en poco más de una), se muestra sin embargo bastante escéptico ante algunos de los ingredientes más escabrosos de lo que podríamos llamar el misterioso caso de Sergio Del Monte. Por ejemplo, lo de las muertes consecutivas y provocadas por la misma causa -un tumor cerebral- de los tres productores de Ataúdes de luz: las tres únicas personas que a los pocos días de aparecer asesinado Del Monte visionaron el material rodado. «Ese material tiene un valor histórico porque al parecer -aunque tampoco me lo acabo de creer del todo- provocó la muerte de esos tres personajes. La leyenda asegura que la exposición ante aquellas imágenes les produjo la muerte; yo no sé, lo que sí es verdad es que los tres desarrollaron un tumor cerebral y que murieron por ello».
De lo que sí está seguro es de las extrañas circunstancias de la muerte de Sergio del Monte. «Fue asesinado al segundo día de rodaje, después de haber recibido varias amenazas. Su cadáver apareció mutilado, según todos los indicios debido a un ritual de tipo religioso, La noticia salió publicada en numerosos medios, pero luego se tapó el caso».
Chicho Ibáñez Serrador es otra de las personas que conocieron de cerca a Sergio del Monte. El encuentro entre ambos, a principios de los 70, se produjo a raíz del interés mostrado por Televisión Española y el propio Ibáñez Serrador acerca de un documental realizado por Del Monte sobre enfermos terminales, que finalmente fue emitido por TVE.
Alguien extraño
La voz del autor de las inolvidables y peligrosas Historias para no dormir se vuelve trémula cuando evoca al personaje. «Sergio del Monte era uno de los seres más extraños que han vagado por el mundo, alguien de verdad difícil de entender. Cuando lo conocí me impactó de verdad. Solía decir que le interesaba todo lo relacionado con la muerte, y la verdad es que trabajó mucho en hospitales y en morgues; su trabajo era muy bueno».
En cuanto al proyecto frustrado de Ataúdes de luz y las misteriosas teorías de su autor asesinado, Chicho Ibáñez Serrador zanja: «Que nadie se lo tome a broma, por favor. Lo de Sergio del Monte no es broma, va muy en serio».
No comparte esta opinión Jesús Franco. El director de Necronomicón también aceptó ofrecer su testimonio en la película de Nacho Cerdá, aunque considera a Sergio del Monte «un manipulador, una especie de Ed Wood del cine intelectual y alguien muy loco y muy contradictorio con brillantes ideas abstractas pero incapaz de plasmarlas». Jess Franco zanja: «Hay mucha leyenda en torno a Sergio del Monte, demasiada».
Lejos de esta visión negativa, el director de la Semana de Cine de Terror de San Sebastián, José Luis Rebordinos, se muestra especialmente ilusionado con el proyecto. «Es una historia fascinante, sobre todo por que ha permanecido oculta por completo, y además permite evocar el cine español de terror de aquella época. Además, van a estar juntos todos los grandes del cine español de aquella época, Paul Naschy, Jess Franco, Narciso Ibáñez Serrador... y eso ya es un documento». «Otra cosa», añade, «es que yo personalmente me crea todo lo que rodea la leyenda de Sergio del Monte».
La ruptura
Una de las personas a las que se les cambia la cara cuando se habla del asunto es Paul Naschy, alias Jacinto Molina, alias el hombre-lobo, alias el más internacional de los actores de terror que ha dado el cine español, y casi uno de los más internacionales que ha dado el cine español a secas. Naschy conocía bien a Del Monte, quien admiraba con pasión de fan la recreación que el actor madrileño hacía del licántropo Waldemar Daninsky. Le admiraba tanto que le propuso el papel de protagonista en Ataúdes de luz. Pero aquello no fraguó. El carácter volátil y oscuro de Sergio del Monte y su negativa a presentar al actor un guión escrito, provocaron la negativa de Naschy. Quién sabe qué otros motivos subyacieron bajo aquella ruptura.
Veintiséis años después, en la película de Nacho Cerdá, puede verse a Paul Naschy pronunciando una frase que, viniendo de quien viene, suena bastante aterradora: «Es mucho mejor dejar el tema de Sergio del Monte como está».
Hace unos días, cuando este periódico intentó sacarle algo más al legendario actor de La marca del hombre lobo, La noche de Walpurgis o El carnaval de las bestias, las negativas fueron casi tajantes, y apenas articuló a regañadientes: «Hay muchos secretos ahí dentro, demasiados, ya se enterará la gente un día. Yo no puedo hablar de ellos, aunque tengo mucho que ver en el tema. Bueno, yo y más gente, claro. Sí puedo decir que es un lío bastante gordo». Según Nacho Cerdá, en su testimonio para el documental sobre Ataúdes de luz, Paul Naschy le habla de asistencia a misas negras celebradas en Alemania.
Paul Naschy añade: «Sergio del Monte murió de una manera muy rara, por eso no quieren que hable, porque hay cosas muy raras en esa muerte. Yo no me atrevo a decir más. Yo tuve un contacto con él, se empezó a hacer la película, hubo amenazas, y bueno... luego pasó aquello».
¿No «quieren» que Naschy hable? ¿«Cosas muy raras»? ¿Quién es esa «más gente» a la que se refiere Paul Naschy? El misterio Del Monte pervive. El público está avisado: cuidado con los destellos de luz.
Una complicada restauración de negativos Uno de los ingredientes más sabrosos del misterio Del Monte es, sin lugar a dudas, el que se refiere al soporte cinematográfico de la película. La emulsión del negativo de Ataúdes de luz hallado en Italia es diferente con relación a los soportes habituales; hay una serie de componentes químicos alterados con relación a lo que es un negativo convencional, con lo cual su sensibilidad a la hora de captar ciertas imágenes también varía. El director de fotografía Juan Mariné, responsable de la restauración de la copia de Ataúdes de luz hallada en Italia, encontró unos destellos lumínicos sobreimpresionados en el negativo; para eliminarlos, ha habido que utilizar técnicas digitales. Según Mariné, ese negativo especial, pudo ser fabricado ad hoc para aquella película en un país del Este de Europa. «Era una cosa extrañísima», explica Mariné; «a menudo nos llegan aquí materiales complicados, y la mayoría están como encogidos y son difíciles de manipular. Pero aquello era distinto, daba la sensación de que estaba cedido, era casi imposible restaurarlo, no se le podía meter mano, y tenía unos destellos de lo más extraño». Mariné acabó abandonando. Las propias latas que contenían el material de Ataúdes de luz que llegó a rodar Sergio del Monte también forman parte del affaire. En abril de 1999, en vez de dar con la copia de No profanar el sueño de los muertos, el filme de Jorge Grau que buscaban como posesos los organizadores de la Semana de Terror de San Sebastián, un funcionario de una cinemateca de Bolonia les llamó y les dijo que había otra cosa. Esa otra cosa reabrió el misterio Del Monte. «Lo que yo estoy investigando, hablando con médicos oftalmólogos, es si esos destellos son susceptibles de provocar algún tipo de impacto a nivel neuronal si son proyectados a24 imágenes por segundo», explica Nacho Cerdá, quien cree que los efectos subliminales de ciertas imágenes no son ninguna patraña, y evoca dos ejemplos: «Los dibujos animados de Pokémon provocaron ataques epilépticos a niños japoneses, y en algunas atracciones de feria se avisa que ciertas personas no deben exponerse a ciertos estímulos visuales. Esto es científicamente demostrable». Naschy/Del Monte, una fascinación mutua Hace más de un año, en San Sebastián, alguien preguntó al legendario Jacinto Molina algo sobre el tenebroso Sergio del Monte. Entonces, a Paul Naschy se le cambió la cara como si estuviera haciendo de hombre-lobo y contestó con un desaire al periodista. «Está claro que no es un tema que me produce buenas vibraciones», deja caer con desgana si se le insiste sobre la cuestión. Lo cierto es que, en el documental de Nacho Cerdá, Naschy/Molina cuenta la relación que tuvo con el director asesinado. Entre ambos, al parecer, había una cierta fascinación mutua: Sergio del Monte estaba seducido por la encarnación que Naschy hacía de su personaje más célebre, Waldemar Daninsky, el licántropo, el hombre-lobo... un ser prisionero del poderoso influjo de la luna llena. Y al propio Jacinto Molina le interesaban sobremanera las nuevas técnicas de iluminación que el joven director gallego aseguraba estar experimentando. Pero hoy, 26 años después, Paul Naschy sigue sin sentirse a gusto cuando habla del tema. Las historias, a veces, se escriben en forma de interrogantes: ¿por qué rechazó Paul Naschy el papel protagonista en «Ataúdes de luz»? ¿Qué malas vibraciones le siguen produciendo a Naschy todas estas cuestiones? ¿Cómo fueron exactamente las relaciones entre ambos? ¿Cómo se tomó Paul Naschy la muerte de Sergio del Monte? Y sólo una certeza: el misterio continúa... y pese a la película que prepara Nacho Cerdá, todo hace pensar que continuará por mucho tiempo.
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