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El espia catalán que engañó a Hitler y a medio mundo

Un documental relata la vida del espía catalán que derrotó a Hitler

  1. • El doble agente convenció al Tercer Reich de que el verdadero desembarco aliado sería en Calais
  2. • Edmon Roch reconstruye las acciones de Joan Pujol, ‘Garbo’, durante la segunda guerra mundial
Soldados de EEUU se dirigen hacia la playa durante el desembarco de Normandía, el 6 de junio de1944. Foto: Ap Soldados de EEUU se dirigen hacia la playa durante el desembarco de Normandía, el 6 de junio de1944. Foto: Ap
El espía catalán Joan Pujol 'Garbo', en dos de sus múltiples caras. El espía catalán Joan Pujol 'Garbo', en dos de sus múltiples caras.
En 1984, en la celebración del 40º aniversario del desembarco de Normandía.  Foto: <BR/> En 1984, en la celebración del 40º aniversario del desembarco de Normandía. Foto:
NATÀLIA FARRÉ
BARCELONA

¿Es posible vivir dos guerras, combatir en cuatro bandos, tener dos familias y morir dos veces? Quizá el sentido común invite a decir que no, pero la realidad afirma lo contrario: Joan Pujol, alias Garbo, lo hizo. Y no solo eso. También convenció personalmente a Hitler de que el desembarco en Normandía era solo una maniobra para distraer a los alemanes del objetivo principal de los aliados: Pas de Calais. Y, además, consiguió ser la única persona en el mundo poseedora de la máxima condecoración alemana y británica: la Cruz de Hierro y la Orden del Imperio Británico. Y todo, sin disparar nunca un tiro.
Edmon Roch quedó «tan fascinado por la historia» que decidió escribirla, dirigirla y producirla. El resultado es Garbo. El espía, el primer documental de creación que narra los principales episodios de la vida del que posiblemente fue el mejor agente doble del siglo XX. La cinta, que fue presentada anteayer en Sevilla fuera de concurso, ha sido seleccionada para competir en el Festival de Documentales de Amsterdam. Y, en diciembre, se estrenará en España.
El realizador se decidió por el documental porque este género le permitía «recalcar la fantasía y la invención del personaje y, a la vez, decir que todo lo que se narra es totalmente verídico por mucho que parezca inventado por la mente más imaginativa y desbocada de Hollywood», explica. Aunque no se trata de un documental histórico al uso. «Es un documental en el sentido de que expone hechos verídicos pero es sui géneris porque juega con elementos de ficción, ya que está realizado a través de fragmentos de películas», apunta Roch. Esto se debe a dos motivos: por un lado existen pocas imágenes de Garbo; y por otro, Pujol (Barcelona,1912 - Caracas, 1988) fue un espía autodidacta que se formó copiando el modelo que le ofrecían el cine y la literatura. Así pues, para Roch, «lo lógico era contar la historia de la misma manera que lo hubiera hecho él». Es decir, a través de imágenes de noticiarios, dibujos animados, material filmado por ambos bandos y películas como Patton, El día más largo, y Mata Hari. Además, la cinta también cuenta con el testimonio de personas que le conocieron y está realizada después de cinco años de exhaustiva investigación.

«COMO LAS CAJAS CHINAS» / Pero, ¿cómo fue la vida de Pujol? «Como las cajas chinas, que cada vez que abres una hay otra dentro», explica Roch. Lo cierto es que no fue corriente. Durante la guerra civil permaneció un año escondido en un piso para no ir al frente, aunque acabó alistado en los dos bandos. Y durante la segunda guerra mundial empezó engañando por su cuenta a los alemanes hasta que acabó bajo las órdenes del MI5 (el servicio de inteligencia inglés). Para los primeros era Arabal, el agente más fiable del espionaje alemán; para los segundos Garbo, el espía capaz de hacer creer las cosas más inverosímiles al Tercer Reich. Al final de la guerra, la versión oficial dice que se fue a Angola, donde murió de malaria, y eso es lo que siempre creyeron los hijos y esposa españoles. En realidad, se exilió en Venezuela donde formó una nueva familia y trabajó como profesor de inglés. Nadie de su entorno conocía su pasado heroico. Y así fue hasta 1984, cuando el escritor Nigel West lo encontró.


el agente doble español logró convencer al Tercer Reich de que el esperado desembarco aliado tendría lugar en Calais, a doscientos kilómetros de Normandía
Pujol creó una falsa red de espionaje que intoxicó a los nazis con informes erróneos
Ni siquiera fue en París. Ocurrió básicamente en la neutral Lisboa. Desde sus cafés y un modesto despacho, operando desde la sombra, sólo armado con periódicos de Londres, un diccionario de términos militares, una guía de la marina mercante y otra de los ferrocarriles británicos, un hombre enjuto y menudo, de aspecto anodino, gestó el mayor engaño de la Segunda Guerra Mundial. A través de una falsa red de espionaje que puso al servicio del Tercer Reich logró inclinar la balanza hacia el lado de los aliados. El catalán Juan Pujol García, conocido por los británicos como 'Garbo' -porque era considerado el mejor actor del mundo- y como 'Arabal' por los alemanes, derrotó a Hitler al hacerle creer que el desembarco y la apertura del frente europeo del norte tendría lugar por el paso de Calais, el punto de la costa francesa más cercano a Inglaterra. Era la vía natural. Fue una inmensa mentira que propició el éxito en los extensos arenales de Normandía de la Operación Overlord, un despliegue de fuerzas militares jamás repetido en la historia. Tuvo lugar el 6 de junio de 1944. Fue el día más largo. Hace 65 años.
Pujol fue captado hacia 1940 por el coronel John Henry, el militar al que Winston Churchill encargó liderar la London Controlling Section diseñada para llevar a cabo la Operación Fortitude, la creación de un ejército fantasma para convencer a los nazis de que el grueso de las tropas liderado por el general George Patton se encontraba frente a las costa sudoccidental francesa dispuesta a dar el salto al continente. Un inmenso plató cinematográfico compuesto por campamentos ficticios, municiones de pega, señuelos hinchables, carros blindados de caucho, barcazas fondeadas frente a Dover, puertos de cartón piedra y campos de aviación falsos en el condado de Kent formaban parte de la escenificación. Incluso en las operaciones de intercambio de prisioneros se hizo deambular a un grupo de oficiales germanos a través de aeródromos fuertemente pertrechados para que, a su regreso a casa, confirmaran los datos aportados por Pujol. Estas instalaciones sí eran reales, pero se cambiaron señales de tráfico y rótulos de poblaciones para dar la impresión de que era el sudeste de Inglaterra y no la región de Cornualles, donde realmente estaban estacionadas las tropas que protagonizarían la invasión.
Incluso horas antes de la Operación Overlord la Royal Air Force voló en repetidas ocasiones sobre el canal de La Mancha dejando caer millones de laminillas de papel de aluminio para hacer creer a los nazis que una gran flota avanzaba hacia el continente. También se llevó a cabo un tráfico falso de mensajes y señales a cargo de doscientos operadores de radio y telégrafos que se cruzaban órdenes y despachos. Fue la primera guerra electrónica de la historia.
Rommel, descolocado
Así se consiguió que las divisiones blindadas Panzer de la Wehrmacht bajo las órdenes del mariscal Rommel -nombrado comandante de la defensa de Europa tras haber sido derrotado en África por las 'ratas del desierto' de Montgomery- se estacionaran cerca de El Havre y tardaran dos días en cubrir los doscientos kilómetros que separaban su emplazamiento de las playas de Utah, Omaha, Sword, Juno y Gold. Rommel, gran estratega, decidió levantar en la zona de Caen el llamado Muro del Atlántico, una red de búnkeres por toda la costa y los famosos 'espárragos', los trípodes fabricados con vigas y alambre de espino inmortalizados por el cine. Pero el Führer le obligó a concentrar sus fuerzas lo más cerca posible del Cantábrico, ya que estaba convencido de que la invasión llegaría por allí, porque Londres quería aprovechar, según su opinión, el operativo para derrocar también el régimen franquista en España. 'Garbo' le había hecho creer que Normandía era sólo una maniobra de distracción. No se convenció de lo contrario hasta un mes después de la invasión. Los aliados estaban ya casi a las puertas de París.
Rommel apostaba por reforzar las costas normandas porque, según él, era la única vía de entrada factible, porque el mar del Norte resultaba inseguro y la opción del Cantábrico era imposible logísticamente. Acertó. Pero el 4 de junio, dos días antes de la invasión, al comprobar que las previsiones meteorológicas eran malas, decidió viajar a Alemania para ver a su esposa. El Día D le pilló en casa.
El agente doble barcelonés fue el hombre clave para mantener la artimaña hasta la Hora H. Sin tener idea ni de inglés ni de alemán y sin haber pisado apenas suelo británico -aunque hizo creer a los alemanes que residía en Londres-, Pujol convenció a la Abwehr (servicio de espionaje militar nazi) de que había comprado a una docena de hombres que trabajaban en las bases militares de Reino Unido. Creó los personajes de un piloto alcohólico de la RAF, un lingüista que odiaba a los comunistas, un operador de radio homosexual, una enfermera ninfómana que mandaba informes desde el frente asiático... La presunta información que lograban desembocaba directamente en Berlín. Intoxicada, por supuesto. Todos los informes eran inventados.
Esquelas falsas
Para dar credibilidad a su trabajo pasaba incluso detallados partes de gastos y cuando sospechaba de que algún informe enviado era cuestionado utilizaba cualquier estrategia para cubrirse las espaldas. Llegó incluso a publicar la esquela de uno de sus agentes para demostrar que había sido descubierto y eliminado por Londres, y hasta alteraba los matasellos de sus comunicados postales con el fin de culpar al servicio de correos de que alguno de ellos hubiera llegado demasiado tarde, como en el caso del desembarco en el norte de África. Además, sus actividades obligaron a Berlín a desvelar identidades de verdaderos espías que operaban en suelo inglés.
Fue el auténtico 'tercer hombre' de la contienda. Con una precisión de equilibrista deambulaba entre los dos bandos hasta conseguir atesorar una confianza que le permitió desequilibrar la balanza y, sobre todo, ahorrar muchas muertes entre los cerca de tres millones de soldados británicos, norteamericanos, franceses, canadienses, polacos y de otras diez nacionalidades que invadieron Europa desde el otro lado del canal de La Mancha.
Durante varios años 'Garbo' inundó a los alemanes de información falsa sin que en Berlín se llegara jamás a sospechar de él. Los aliados contaban con los códigos de la máquina Enigma, la utilizada para encriptar los mensajes secretos nazis, y ello les permitía comprobar la credibilidad que en la capital germana se otorgaba a los 'envíos' del espía doble. Su gran labor fue reconocida con la Cruz de Hierro. Luego, finalizada la guerra, fue premiado asimismo por Gran Bretaña con la Orden del Imperio británico. Se constituyó en el único civil de la contienda condecorado por ambos bandos.
Alcanzada la paz, gracias a las grandes cantidades de dinero que cobró tanto de Londres como de Berlín, se exilio en Venezuela, donde se vio obligado a vivir en el anonimato para salvar su vida. Aunque incluso fue dado por muerto por su propia familia, dicen que desde allí colaboró en la detención de varios nazis fugados. Murió en Choroni, en el Caribe, en 1988, con la identidad de un vendedor de juguetes. Tenía 76 años.                                  fuente: Elperiodico.com

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