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Los Emigrados W.G Sebald

  Los emigrados de W.G. Sebald debe de ser una de las novelas más melancólicas y sensibles de la literatura contemporánea, además de una de las más sutiles y heterodoxas.

Sus personajes habitan el libro como los espíritus de Henry James pueblan una casa que fue suya pasajeramente: con la duda sobre la propia pertenencia, con ganas de estar y ganas de desaparecer, con ansias de no ser vistos y con la inclinación huidiza a dejar una huella fantasmática de su existencia que sirva de dudosa evidencia a los demás.

En la primera de sus cuatro partes, el narrador, intentando evocar la imagen física del personaje cuya vida quiere reconstruir --el doctor Henry Selwyn-- recuerda la fotografía de Nabokov que alguna vez recortó de un diario, en un viaje por Suiza. En la fotografía, Nabokov tiene una red de cazar mariposas sujeta con los dedos de la mano izquierda.

En la tercera parte, que narra la vida errabunda del tío Ambros Adelwarth y su amigo Cosmo, heredero de un multimillonario de Nueva Inglaterra, el narrador descubre que ambos personajes, décadas atrás, habían muerto en un mismo lugar, un sanatorio para enfermos mentales en la pequeña ciudad de Ithaca, New York.

Una anciana pariente de Ambros y del narrador, la tía Fini, rememora una visita hecha décadas atrás: el tío Ambros, en los jardines de la casa de reposo en la que se ha recluido por propia voluntad, ve con frecuencia, vagando entre las colinas y las cascadas de Ithaca, a un hombre que recorre el campo con una red de cazar mariposas en la mano.

En la cuarta parte del libro, Max Ferber, pintor obsesivo que ha pasado casi toda su vida refugiado en un pequeño y polvoroso estudio en un edificio de la ciudad de Manchester, decide hacer un viaje a Suiza para explorar ciertos cuadros guardados en una vieja iglesia.

Caminando por los montes que rodean el pueblo suizo, Ferber siente el vértigo y lo tienta el deseo de arrojarse desde las alturas sobre la población de allá abajo. Lo detiene, sorpresivo, como una aparición, un hombre que porta una red de cazar mariposas.

En un inglés impecable, pero de origen incierto, el hombre le dice a Ferber que es mejor bajar la colina en dirección al pueblo antes de que la oscuridad de la noche los capture en un sitio tan desolado.

Ferber baja el cerro y regresa al pueblo. Luego viaja a Manchester de vuelta y pasa los siguientes dos años intentando pintar el retrato del "hombre de las mariposas", cuyo rostro nunca más es capaz de recordar: pinta y destruye, dibuja y rasga, traza y raspa la pintura, y el resultado final lo decepciona.

Nabokov, claro, vivió sus años finales en el Montreaux Palace Hotel, en Suiza, lugar al que se alude en
Los emigrados, y antes de eso pasó otro largo periodo de tiempo en Ithaca, New York, como profesor de Cornell University. Los años en que escribió Lolita
.

Los personajes de
Los emigrados son, todos ellos, judíos, aunque la novela de Sebald no hace hincapié en esa pertenencia. Más bien, parece incluso borrarla, salvo porque el casi oculto origen étnico de los caracteres está entre las causas primeas de su migración.

fuente:puenteaereo1.blogspot.com

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